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jueves, 10 de agosto de 2017

Buenas experiencias en las ciudades, terribles en la carretera

Después de varias horas de camino llegamos a Lubeck, una ciudad portuaria al norte de Alemania, a aproximadamente una hora de Hamburgo. No tuve que caminar mucho antes de que la ciudad me recibiera con sus bellas puertas para entrar al centro histórico y fachadas antiguas que no son sino restauraciones hechas después de los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial.

Entré sintiéndome algo extraña, la ultima vez que había estado en Alemania había salido con un muy mal sabor de boca después de una relación fallida, me era extraño escuchar alemán por doquier otra vez, pero me sentía contenta. Caminé lentamente por las calles, no tenía prisa, vería a mi anfitriona a las 7:00 p.m, y aunque tenía la mochila conmigo, me sentía más ligera que antes.


Al entrar por esas puertas lo primero que se ve son un conjunto de pequeñas casas, las cuales tuvieron una aparición en la película de Nosferatu.



Caminé a lo largo del río, era un día soleado y había personas por todos lados. Caminé sin rumbo, me metí por callejones, algunos sin salida y sólo me dediqué a ver a las personas. Me encantaron los edificios de ladrillo y la estreches de muchas de sus calles.







Me fui a un parque a comer algo, fue relajante comer frente al lago observando a una pareja al otro lado tomarse fotos y abrazarse. Me habré quedado casi una hora sentada ahí simplemente pensando. 


Seguí caminando por los alrededores cuando la mochila comenzó a pesarme. Tuve que detenerme en una plaza y simplemente sentarme a esperar. Había un señor ebrio en la banca de al lado que me encargó sus cosas mientras desaparecía por una se las calles. 


Me encantan este tipo de entradas





A las 6:50 p.m me levanté y fui a encontrarme con mi anfitriona, una mujer mayor con el alma joven. Si bien tenía una vida estable, su casa, un refrigerador lleno de comida orgánica y un horario que cumplir, cuando salía del país se transformaba en una chiquilla aventurera sin miedo a nada que se deja llevar por el lugar. Me contó como haciendo dedo una vez un auto se detuvo, iban 5 hombres dentro y le ofrecieron llevarla a ella y a su amiga en la cajuela. Después de que los rechazaran, dos chicos se bajaron para cederles sus lugares y ellos fueron los que se metieron atrás. En su ultimo viaje caminó por días en España y no, no en el Camino de Santiago. Era increíble la energía que emanaba.

Me invitó a participar en la carne asada que estaba organizando con sus vecinos, todos ellos compartían el patio trasero y cuando el calor comenzaba se reunían. No puedo decir mucho más de esa noche, sólo me senté ahí a comer y escuchar como todo mundo hablaba entre sí sin intender una sola palabra. Había un chico que me llamó mucho la atención, tenía 14 años y era francés. Él sólito se había ido a Alemania por 3 meses para aprender el idioma. Eso no es algo que se vea todos los días.

Después de comer hasta que me doliera el estomago me fui a dormir, ellos se quedaron haciendo una fogata hasta la madrugada. Para mi no tenía caso quedarme pues sólo era un fantasma en el lugar.

Al día siguiente mi anfitriona preparó todo para un día de campo al lado del lago. Lamentablemente cuando legamos al lugar el clima se descompuso totalmente y comenzó a llover. Tuvimos que refugiarnos enfrente de una tienda mientras lo peor pasaba. Al final comimos todo en su casa. 


Esperando a que pasara la lluvia



Ella tenía que trabajar, así que decidí hacer un viaje pequeño a la playa. Estaba en un pequeño lugar llamado Travemunde, debía tomar el autobús para llegar allá. No estaba muy convencida pues las nubes seguían amenazantes en el cielo pero tampoco podía quedarme dentro.

Por suerte en la playa hacía mucho sol, incluso tuve calor. Sólo caminé por la costa, fui a un parque y le di una vuelta al pequeño centro. No había mucho que hacer si no se iba a nadar, de todas formas fue lindo verlo. Me gusta ver la playa así, más fresca, no con un calor húmedo y sofocante como siempre me pasaba en México.





No quería pagar el boleto de regreso,así que decidí hacer dedo. Busqué un cartón por ahí y después de sufrir un poco para encontrar el lugar adecuado me paré a esperar. 10 minutos estuve ahí cuando un hombre se detuvo, no hablaba nada de inglés, pero entendí que me pregunto que de donde era. Cuando le dije que era mexicana me comenzó a hablar español, no recuerdo de donde era, pero era latinoamericano y llevaba más de 40 años en Alemania. No era muy conversador, pero me dejó justo a las afueras del centro.


Di otra vuelta por la ciudad y me metí a calles que no había estado. Fui a la tienda y compré algo dulce ya que tenía ganas de algo con chocolate. Me senté en la calle principal a comerlo y después fui a casa de mi anfitriona. 




Adoro estas gomitas, estos sabores eran nuevos para mí



Ella estaba en el jardín relajándose. Me dijo que si preparaba comida mexicana ella compraba los ingredientes, así que nos fuimos al supermercado. Decidí no hacer algo totalmente mexicano, sino lo que yo llamo enchiladas falsas. La historia viene desde mi exnovio, a quien un día le mostré una foto de las enchiladas que me comí y basado en esa foto él hizo su versión finlandesa. Cuando nos vimos en persona me mostró como las hizo y debo decir que son deliciosas, me encanta prepararlas. 

Al final también invitó a la vecina y a su hija de 8 años. Por lo general no me gustan los niños, pero me agradó el hecho de que se estuviera esforzando en entablar una conversación en inglés sin sentir pena. Me preguntó que era lo más raro que había comido y la traumaticé con un video del pulpo que me comí en Corea.

La cena terminó bien y después de recoger me fui a dormir, me esperaba un día duro de Lubeck a Groningen. Esa vez decidí no comprar un boleto de autobús porque nada bajaba de los 50 euros, era demasiado.

Desperté con el desayuno puesto en la mesa, de verdad no me esperaba tanta hospitalidad. Hablamos un poco más antes de que me tuviera que ir, pues no quería que se me hiciera tarde. Nos despedimos y me fui al lugar para hacer dedo con un letrero que decía Bremen.

Esperé mucho tiempo,, más de una hora y sólo veía como un gran cúmulo de nubes casi negras se iba acercando, el viento soplaba tan fuerte que estuvo a punto de tirarme dos veces, comencé a sentirme desesperada. Estaba pensando en intentar pararme en otro lugar cuando un hombre se me acercó y dijo que podía llevarme sólo hasta Hamburgo. En esos momentos hasta 10 kilómetros hubieran sido buenos, así que gustosa acepté. Era un polaco precisamente de Szczecin que estaba trabajando esa semana en Lubeck. Me dijo que cuando era joven hizo dedo por toda Europa y ahora siempre recogía viajeros.


Me dejó en Hamburgo y me dio su número, que se desocupaba en una hora y que si para entonces nadie me había llevado que lo llamara y el me dejaba hasta Bremen. Le agradecí y caminé hacia la salida del estacionamiento de la estación de gasolina. Mientras caminaba vi a una pareja que también iban a dedo, pero estaban revisando unos mapas de papel, mientras yo me paré con mi letrero y el primer carro que pasó dijo que me podía llevar a Bremen. Era un señor agradable, iba a visitar a su padre por un par de días y tenía una vida completamente normal, tampoco había hecho dedo nunca, pero supuso que yo no representaba un peligro. Me dejó en una estación de gasolina e insistió para comprarme un bocadillo, pues quien sabe hasta a que hora llegaría a mi destino.

Gracias señor cuyo nombre no recuerdo!

No, no les decía que leyeran, Leer es un pueblo en Alemania

Esperé y esperé, una camioneta llena de españoles se detuvo, pero iban hacia Amsterdam. Seguí esperando, cada vez que veía placas holandesas ponía mi mejor cara, pero nunca se detenían. Finalmente un camionero me dijo que me podía dejar cerca de la frontera holandesa, supuse que era mi mejor opción, que equivocada estaba, la pesadilla comenzaría pronto.

El conductor era un macedonio que llevaba 4 años en Alemania. No hablaba nada de inglés así que nos comunicamos en serbio. Tenía 32 años y era un hombre convencionalmente atractivo, me parece adecuado decirlo por lo que viene después. Íbamos tranquilamente en la carretera conversando cuando me dice que la regla con los camiones es que tienen que descansar 45 minutos cada 4 horas, así que se metió a no se donde a descansar, no me parecía pero por el lugar donde estaba no era conveniente salir. Y ahí comenzó todo, cerró las persianas y muy quitado de la pena me dice "¿Qué te parece algo de sexo?" Ni siquiera fue el contenido de la pregunta lo que más me enojó, es que lo preguntó de la misma forma que lo hacía mi ex novio serbio, al que le tengo muchísima tirria por manipulador y agresivo. Firmemente le dije que no y que me diera mi mochila porque me iba a bajar en ese instante. Enseguida me dijo que estaba bien, que sólo era una pregunta y me ofreció café. Una vez que el café estuvo preparado se quería cambiar los pantalones por unos shorts. Abrí la puerta para salirme y me dijo que no, que sólo me volteara. Descuidé mi vaso de café por 2 minutos, ya no podía tomármelo. 


Hubo un accidente y bloquearon todos los carriles aunque el accidente sólo fuera en uno

El descanso se terminó y regresamos a la carretera, suspiré aliviada. Cuando entramos a la autopista comenzó a cuestionarme el porque no había querido tener sexo con él, le dije que simplemente no quería. Me dijo que si no me parecía atractivo, le dije que desde un punto de vista objetivo si era atractivo, pero para nada mi tipo. Dijo que ninguna chica se le había resistido antes, que una hermosa lituana que recogió una vez incluso había dado el primer paso. Me insistió en que aunque fuera una vez, que sería rápido... no sé en que cabeza cabe que eso va a ayudar en algo, me quería salir. Para mi infortunio estábamos en un embotellamiento espantoso que se extendía por kilómetros.

Su maldita insistencia comenzaba a molestarme de sobremanera. Me dijo frases horribles "¿Es porque eres religiosa? Hasta las musulmanas me las dan." "¿Estás en tus días? no me molesta la sangre." "¿Qué te quita darme sexo por 5 minutos? Sólo 5" No tuve miedo en todo ese tiempo, sólo me horrorizaba el como veía a las mujeres, y no podía simplemente largarme, estaba atrapada.

Al genio se le ocurrió tomar un atajo... era un callejón sin salida, no había un puente para cruzar el río, ese era el fin del camino. Perdimos dos horas en su gran atajo y de vuelta al embotellamiento. Mientras tanto me seguía molestando con lo del sexo. Finalmente se metió por una carretera nacional, pude haberme salido, debí haberme salido pero por alguna razón que no logro comprender no lo hice. 

En algún punto del camino me dijo que pronto tendría que hacer un descanso, pero como había estado conduciendo más de 12 horas este tendría que ser de 9 horas. Recuerdo que me puse fría, estábamos en la absoluta mitad de la nada. Lo único positivo fue que cuando vio como me puse dejó de hacer sus insinuaciones insultantes. Se detuvo en un estacionamiento para camiones y me ofreció quedarme a dormir con él. Le dije que prefería caminar yo misma hasta Holanda antes que quedarme con él. Y así fue como en medio de la lluvia salí a hacer dedo a una carretera fantasma.

Si, aquí me dejó, en medio de la nada

Un auto pasaba cada tanto pero ni siquiera me volteaban a ver, comenzaba a desesperarme. Finalmente un pequeño auto se detuvo, no iban exactamente a donde yo iba pero me dejarían en Meppen, un pequeño pueblo justo en la frontera. La chica me preguntó que de donde era y al decirle que de México me comenzó a hablar en español diciéndome que era colombiana. Se había mudado a un pueblo por trabajo hacía un año y me dijo que había tenido suerte, pues la gente de pueblos pequeños suele ser muy cerrada y racista. Me preguntaron cuando había sido la ultima vez que había comido e insistieron en comprarme algo en McDonalds.

Después de hablar un rato la chica me dijo que no se sentiría bien si me dejaban en Meppen, que me llevarían hasta Emmen en Holanda, ya que mi anfitrión en Groningen me había dicho que podía tomar el autobús desde ahí. De verdad que agradezco tanto habérmelos topado después de todo lo que tuve que pasar en el día.

Llegué justo cuando el autobús se iba, así que tenía que esperar 40 minutos al siguiente. Llegó y el boleto costaba 10 euros, tanto sufrir, tantas peripecias y tanto tiempo para terminar pagando 10 euros, fue simplemente la gota que derramó el vaso. Me senté en el autobús y una vez sabiéndome segura comencé a llorar, a llorar tanto que tenía que ahogar los gritos porque estaba en un lugar público. Hundí la cara en mi mochila y apreté los tirantes con todas mis fuerzas mientras las lágrimas dejaban todo húmedo y sentía como me quedaba sin aliento. Incluso hoy, mientras escribo esto, recuerdo como me sentí aquella vez y vuelvo a llorar.

Llegué a Groningen y esperé a mi anfitrión unos minutos, cuando llegó me sorprendí, no me imaginaba que estaría tan alto. Caminamos hasta su departamento mientras me contaba algunas cosas de la ciudad. Más que nada que es una ciudad estudiantil llena de jóvenes y con mucha vida, siempre había algo que hacer. Sin embargo esa noche no me sentía con ganas de hacer mucho, sólo hablamos antes de que me quedara dormida.

Un nuevo día había llegado y mi anfitrión me llevó por la ciudad. Fuimos a una tienda de antigüedades, a un mercado en la plaza, a jardines bonitos dentro de lugares residenciales y a un café de gatos. Como el clima no era de lo mejor pasamos un bien rato tomando café con gatitos al rededor. A él le molestaba que los gatos no fueran afectuosos, a mi me daba igual, yo estoy feliz sólo con verlos.



Tienda de antigüedades y otras cosas


Hubo un evento en la ciudad y rentaban las tiendas de cartón por el módico precio de 80 euros hahaha con eso pagas un hotel.

Esa casa rosa chillona se convirtió en un icono de la ciudad

Me acordé de Eli






Ese gato estaba loco, pedía amor y en cuando se lo dabas te atacaba. Los otros gatos también le huían



Se que algo cociné, recuerdo que hasta fuimos por el cilantro, pero no recuerdo que hice y no tomé foto. La duda quedará por siempre.

Mi anfitrión colecciona viniles, tiene un montón y me llevó a la caza de más

Mientras el hacía sus cosas en esta... tienda, yo me puse a ojar mangas que estaban por ahí

No me quedó muy claro que era esto, pero a veces ponen cuadros dentro, sólo que la gente no puede entrar

Esto es un museo

La estación central de trenes, hay una versión miniatura en el parque de Madurodam

Es muy linda por dentro

En la noche fuimos a un bar con un par de amigos suyos. Uno de ellos había tenido una novia mexicana y había pasado algún tiempo en Ciudad de México y después se lo llevaron un mes a Acapulco. Por todo lo que me dijo eran una familia con bastante dinero y él un artista pobre pero rubio, y sólo por eso la familia de la chica no lo despreció. Que cada quien juzgue como quiera.

Cerveza de cereza

En algún punto de la noche literalmente me quedé dormida en la mesa, así que era hora de regresar. Simplemente morí en el sillón.

Al día siguiente estuvimos en el departamento toda la mañana. Él se vería con una amiga en la tarde y yo tenía que ir a Amsterdam pues vería a un amigo a las 5. Estuvimos hablando de cualquier cosa, de la vida, de viajes, de México, de Holanda. Era fácil hablar con él. Como a eso de la 1:30 nos despedimos, el lugar para hacer dedo no estaba tan lejos.

Se puso a escanear fotografías, cada una tardaba como 5 minutos y tenía un montón


Esperé unos 15 minutos cuando una mujer se detuvo,me dijo que no iba a Amsterdam, pero podía dejarme en Alkmaar, por lo que acepté. Ella nunca había hecho dedo pero estaba en un grupo en facebook donde había leído sobre chicas que lo hacían y quería ayudar. Era muy agradable, le encantaba viajar, aunque ella era más de viajes convencionales. Hacía poco había estado en Madagascar... y recordé a Jeroen. 


Ahí mero me dejaron

Me dejó a las 4:00 p.m, iba muy ajustada con el tiempo. Escribí en mi letrero Haarlem, porque también me quedaba de paso. Y así fue como el primer hombre holandés que había visto usando zuecos me dijo que subiera a la camioneta. Él y su novia vivían en ciudades distintas, así que él iba a Haarlem todos los fines de semana a verla. Me dejó en la estación de tren a las 4:30, sino hubiese estado tan justa de tiempo habría hecho dedo, pero mejor tomé el tren. 

No estaba en la estación central, sino en una parada, por lo que sólo podía comprar el boleto en la maquina, la cual sólo acepta tarjeta o monedas... no tenía suficiente cambio y el tren ya venía. Una chica fue muy amable en darme dos euros para poder completar. Todo el camino escuché a dos adolescentes británicas  hablar con una tercera sobre problemas alimenticios y auto aceptación, no me molestaba el tema, pero si que hablaran tan fuerte.

Llegué a la estación central y me apresuré a la plaza Dam para verme con Jeppe, un danés que había conocido dos años atrás en Montenegro y que posteriormente visité en Copenague. Él estaba de paso porque comenzaría un viaje por Europa del Este e iba a volar en la madrugada a Grecia. Lo vi llegar con una amiga que ya le había mostrado toda la ciudad, así que pudimos dedicarnos a tomar café y platicar de todo lo que había pasado hasta ahora.


Después de tanto tiempo a joteaaar... naah, sólo tomamos café

Se supone que él iría a dormir al aeropuerto y yo tenía un anfitrión de una página similar a couchsurfing llamada Trustroots, pero mientras estábamos en el café me llegó este mail del anfitrión:

"Y acabo de ver tus videos de youtube. Y Holanda es diferente, tiene diferentes leyes sobre privacidad. Así que no videos en youtube de mi calle o mi casa y no señales nazis en youtube. Amsterdam es muy sensible sobre esto con el museo de Anna Frank.
Y yo no doy wifi pero pueden enviar algunos mensajes desde mi computadora estando yo sentado junto a tí.
Si no te sientes cómoda conmigo no vayas a mi cada conmigo. Podemos hablar un poco, sólo si los dos estamos de acuerdo. Esa es una oración muy importante estoy de acuerdo contigo, tengo un cuarto en blablabla" esa última parte ni siquiera tenía sentido

Finalmente le contesté que no me había convencido lo que dijo y que mejor pasaría la noche en el aeropuerto, pero que gracias. Si es que me lo imaginé usando sombreros de aluminio para que ni el gobierno ni los aliens pudieran leerle la mente.

Después de tomar el café fuimos a la casa de un... dudo que siga siendo mi amigo. El caso es que era mi amigo, me había quedado unos días con él meses atrás y se me olvidó algo en su casa, aprovechando que estaba por la ciudad pensé en pasar por mi ropa. Fuimos hasta allá y no había nadie en casa. Vaya suerte, mejor nos fuimos a otro café. Donde por cierto, el mesero era un sueño, lastima que no le tomé foto.


Pasamos el rato con un juego de mesa

Entrada la noche decidimos irnos ya al aeropuerto, pues lo cierran a la media noche. Llegamos, buscamos un rincón tranquilo y tratamos de dormir. Hay que tomar en cuenta que al cerrar el aeropuerto vienen a preguntarte por tu boleto de avión, yo no tenía, pero Jeppe si, al final funcionó y no tuve que mostrar nada, además como iba con mi mochila era creíble.


A las 3 de la mañana me despertó para despedirse, yo me seguí durmiendo hasta las 6 de la mañana. Ese día recibiría a alguien a las 6 de la tarde, así que tenía 12 horas para matar. Quería ir al parque Het Amsterdamse Bos que queda a un lado del aeropuerto, pero cuando iba para allá comencé a tener un punzante dolor en el vientre, era un cólico. Me regresé al aeropuerto y me quedé hecha bolita en una esquina viendo videos de youtube hasta las 6 de la tarde, el dolor se fue a las 4. Finalmente fui a la salida 3 a esperar.


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