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martes, 28 de agosto de 2018

Bangkok es una locura de ciudad


El ferry arribó en la mañana en el puerto de Chumphon, apenas estaba medio despertándome cuando un hombre gritaba afuera de la cabina que iba para la estación de tren a 7km de ahí. Revisé mi celular y vi que cerca estaba la carretera para hacer dedo por lo que decidí tomar el transporte en vez de caminar. El costo fue de 50 baht o 1.20 euros. Sólo por curiosidad pregunté cuanto costaría el tren a Hua Hin, mi siguiente destino. 50 baht... lo mismo que me había costado llegar a la estación, me quedé sorprendida y decidí probar el tren en tercera clase de Tailandia.


Si tengo que compararlos diría que son más incómodos y locos que los de los Balcanes, pero igual de lentos. Pero por el precio que pague por esos 270 km creo que vale mucho la pena. Por suerte me fui sola todo el camino, me han dicho que a veces meten hasta tres personas en los pequeños asientos, lo que no sabría es como porque dos ya iríamos apretados. 

Durante todo el trayecto hay personas vendiendo comida, cada ciertas estaciones se sube un nuevo grupo vendiendo algo diferente. Admito que no me animé a comprar porque sentí que al ser la extranjera me venderían cualquier cosa unas 5 veces más caro. Tal vez no lo harían, pero decidí no arriesgarme, sin mencionar que no tenía ni la menor idea de que había dentro de esos contenedores. 

Una vendedora preparándose para vender

La gente ponía un montón de cosas random por todos lados

Un monje me hizo algo de conversación poco antes de su parada, sólo me preguntó lo básico como el lugar de mi procedencia y mi opinión de Tailandia. No dio tiempo a más antes de que se bajara. 

Llegué a Hua Hin y fui directo a dejar mis cosas al hostal. Era un lugar feucho y viejo con una recepcionista que apenas y hablaba algunas palabras en inglés, pero supongo que uno obtiene lo que paga y por 3 euros no podía esperar la gran maravilla. 



Salí a caminar por la ciudad, había mucha calma y realmente no hay ninguna historia que contar. Caminé por la playa y por el centro, fui al mercado a ver baratijas, a un parque y a un par de templos. Lo que si me llamó mucho la atención fue la cantidad de hombres blancos muy mayores que vi de la mano de chicas tailandesas que bien podrían ser mis hermanas menores. Ya me habían dicho sobre los hombres retirados que buscaban chicas jóvenes en el Sudeste Asiático a quienes podían comprar con el dinero de su pensión. No era de extrañarme que las chicas en su mayoría lucieran incomodas, nada felices. Pero es el precio que tienen que pagar por tener una mejor posición económica. Cada quien lo suyo, pero si me llamó mucho la atención.









De igual forma cuando iba a uno de los templos tuve otra experiencia de la que había leído bastante, los perros callejeros agresivos. Tuve que agarrar un palo bastante grande para no dejarlos acercarse mucho, pero se lanzan a las personas como fieras, y no son tan pequeños, de querer hacer daño podrían hacerlo fácilmente. Por suerte no pasó de un susto y pude ver los lugares que quería.



Pasé el atardecer en la playa antes de regresar al hostal. Al día siguiente di otra vuelta por loa alrededores en la mañana antes de tomar el tren a Bangkok, hay personas que se quedan por varios días en Hua Hin, pero a menos de que conozcas a alguien o vayas en grupo, un día es más que suficiente para verlo todo.




Pasé todo el día en el tren, la chica que me dijo que me vería en Kuala Lumpur me dijo que nos viéramos en Bangkok y que me quedara con ella porque su departamento era grande y necesitaba con quien hablar. Durante todo el trayecto no contestó ningún mensaje, fue hasta que llegué que me dijo que tenía problemas con el Internet y no sé que tanto y que buscara un hostal para esa noche. 


Ya me daba igual, encontré un hostal por dos euros en la zona de Si Lom que no está nada mal. La calle más famosa para quedarse en Khao San Road, la calle de los mochileros, pero después de leer sobre ella decidí que no era para mi. Es para gente que quiere fiesta y vida loca.


Esa noche conocí a un australiano y a un portugués e hicimos planes para pasar el día siguiente en la calle.

Primera parada, el cementerio de trenes... los habían quitado todos hahaha y lo habían hecho poco tiempo antes de que llegáramos, vaya suerte. Igual el camino para llegar fue interesante, aunque metí el pie a un charco de agua tan sucia que estaba espesa y completamente negra, creí que perdería el pie. Fue tan asqueroso, no podía parar de reírme mientras trataba de limpiar la cosa esa con mis pocas toallas húmedas.







Habíamos pensado en ir al cementerio de aviones, pero estaba demasiado lejos y mejor optamos por el café de unicornios, hace un par de años había un video en facebook sobre este lugar y desde entonces había querido ir. 

Es mucho más pequeño de lo que pensé pero es una explosión de colores y diabetes tan linda. Los precios son bastante caros si pensamos que es Tailandia, pero en Europa no quiero ni pensar cuanto me costaría. Por los waffles radioactivos pagué 4 euros y me llenaron bastante, para el final ya los quería tirar, demasiado dulce. En fin, amé el lugar, si les gustan todas esas tonterías lindas lo recomiendo mucho. También es posible rentar un traje completo de unicornio, pero con el calor que hacía quería disfrutar al máximo el aire acondicionado.







La siguiente parada fue un centro comercial llamado Terminal 21. Está decorado como un aeropuerto y cada piso tiene motivos de diferentes países. Sinceramente estaba encantada, tienen mucha imaginación. El primer piso era el Caribe, el segundo Italia, después Londres, Turquía, Japón, San Francisco, etc... y cada piso vendía cosas de esos lugares. Casi muero en Tokyo con toda esa ropa tan hermosa... e impagable para mi bolsillo. 















Ahí cerca está la famosa calle de Soi Cowboy, la zona roja no oficial, lleno de bares con mujeres atendiendo en poca ropa. Sólo caminamos por ella pero la verdad es que no quería dejar mi dinero para apoyar a este lugar. Muchas de las chicas no eran tailandesas, eran camboyanas o laoianas y no se veían felices. Es una calle donde la prostitución forzada (porque si, si te tienes que prostituir por falta de oportunidades es forzada) abunda, donde los hombres jóvenes o viejos de los países ricos van para... bueno. Muy triste el asunto, fue la parte depresiva del día.


El día siguiente me tocaba pasarlo sola, los dos chicos irían a la embajada de Myanmar para solicitar una visa. Pasé frente a un templo pero decidí no entrar, había visto fotos de adentro y no estaba impresionada, además estaba atestado de gente.



Mi primera parada oficial fue el centro comercial Nightingale-Olympic que con su arquitectura brutalista y sus extraños artefactos dentro lo hacen un lugar muy raro para ver. Los locales lo saben y por eso está estrictamente prohibido tomar fotos dentro, y es que hasta te siguen para asegurarse de que no saques la cámara. No me quedé mucho tiempo porque es molesto que alguien te esté mirando a cada segundo. Sin mencionar que sólo hay acceso a dos de los 7 pisos.



Pasé muy cerca del Gran Palacio, que técnicamente es la atracción más importante en la ciudad, pero no entré. Con un precio de 500 baht y una multitud de personas haciendo cola para entrar decidí no hacerlo. Leí mucho al respecto y dicen que sólo vale la pena si jamás has visto un templo y que de pagar por algo era mejor ir al Wat Pho justo al lado.

No sé como le hice, pero no pagué la entrada. Un hombre local me dijo que esa era la puerta, busqué por la oficina para comprar los boletos y no la vi, de repente estaba dentro sin más. Como había una parte cerrada por un evento que tenían ese día creí que no cobrarían, después esa noche me dijeron que si cobraban, así que de verdad no sé que pasó. En fin, el lugar es precioso y relajante para caminar y tomar fotos, no había tanta gente cuando fui así que pude disfrutar tranquilamente. 









Sólo había fila para ver al Buddha recostado y como llevaba vestido me hicieron ponerme una túnica, también había que poner los zapatos en una bolsa de plástico.

Crucé el río en un pequeño bote por 4 baht, si 4, prácticamente gratis. Vi a lo lejos el Wat Arun, pero ese no era mi destino. Me dirigí hasta el hospital de Siriraj puesto que ahí hay un museo medico que prometía bastante. Antes de entrar fui a un 7eleven por una sopa instantánea porque no había comido nada en todo el día. Como cuido mi salud, una sopa instantánea, no sé como sigo viva.



Wat Arun a lo lejos

Es una pena que no se permitan fotos en el museo, te hacen guardar todas tus cosas en un locker para asegurarse de que no harás nada. El museo se divide en 3 partes, el cuerpo humano, parasitología y forenses. No soy doctora ni nada, pero aún así logré entender varias cosas y aprender un poco. Forenses es la más pasada, tienen fotos de asesinatos o personas que estuvieron en accidentes graves como choques de trenes. Tienen cráneos con hoyos de balas, órganos que sufrieron diferentes traumatismos, etc...


Finalmente en otro edificio hay una selección enorme de deformidades en fetos, el que vea eso jamás se le ocurrirá decir otra vez que la naturaleza es sabia porque enserio, la jode peor que nosotros.



El museo es muy informativo, muy interesante y ¿por qué no decirlo? es bueno para satisfacer ese morbo que muchos tenemos en nuestra naturaleza, lo recomiendo mucho.



Regresé al hostal donde vi al chico portugués, el australiano ya había partido hacía Myanmar. Al parecer este chico llegó tarde por andar dormido y la sección consular ya estaba cerrada, por lo que estaría atrapado en Bangkok todo el fin de semana. Fuimos al centro comercial Siam porque quería ir al café Moomin, también queríamos... bueno, yo quería ir al de Hello Kitty pero se nos hizo tarde y nada, sólo regresamos al hostal.












Para mi último día en Bangkok fuimos a un museo gratuito en una antigua casa cuyo propietario era europeo, literalmente el lugar se llama Bangko museum, está bien para una parada rápida. Paseamos por Chinatown, compré algunos parques lindos para la ropa y un par de metros de tela para hacer un vestido, que no hice porque la maquina de coser en casa de mis padres no sirve más. Pero ese merado tiene muchas cosas interesantes y lindas para comprar.





Y finalmente fuimos a Wat Saket, desde donde se puede ver muy bien la ciudad. Me gustó mucho el templo, nos quedamos un par de horas recorriéndolo y disfrutando la vista.








Regresamos lentamente al hostal, él se quedaría una noche más y yo tomaría el tren nocturno hasta mi siguiente destino, que era uno de los más esperados en mi viaje a Tailandia y se convirtió en uno de mis rincones favoritos en el mundo.

Nos despedimos y le dije que un día de estos iría a Portugal a visitarlo, la verdad es que nos caímos muy bien, los dos siendo un par de quejosos negativos hahaha me sorprendió porque apenas tenía 18 años, tan joven y ya haciendo cosas que yo no me atreví a hacer sino hasta los 25. Quien fuera joven de nuevo.

El tren donde pasaría las siguientes 11 horas
¿Y qué pasó con la chica que se supone iba a ver? Dejó de contestar mis mensajes así que simplemente la eliminé de mi vida y obviamente del facebook.

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