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miércoles, 25 de julio de 2018

Maravilloso Irán

Me levanté desganada a comer el desayuno del hostal, pan o pita, jitomates, pepinos, queso y café. Conocí a dos australiano que tenían planeado ir a la antigua embajada de Estados Unidos, la cual es famosa por los murales que ahora adornan los muros exteriores y que obviamente critican a dicho país. 


Una vez que llegamos ahí me di cuenta de que también era un museo. El lugar era muy pequeño y obviamente la historia estaría sesgada a favor de Irán. Pero a fin de cuentas, ningún país es un inocente corderito. La historia en resumidas cuenta es que en 1979 un grupo de estudiantes musulmanes seguidores del Imam tomaron la embajada y mantuvieron como rehenes a 66 diplomáticos y ciudadanos estadounidenses por 444 días. Pero ¿Por qué? El Sah (Titulo dado al monarca de Irán) Mohammad Reza Pahlevi se encontraba en Estados Unidos, mientras tanto en Irán se suscitó la revolución islamita diciendo que el Sah era un títere de Estados Unidos, así que la toma de la embajada era para hacer presión a Estados Unidos de extraditar al Sah para que fuese juzgado por crímenes de guerra. Carter no cedió, rompió relaciones diplomáticas con Irán e impuso sanciones a Irán como contraataque. Cuando la administración cambió y después de la muerte del Sah, Reagan  llegó a un acuerdo y los rehenes fueron liberados. Si les interesa un poco de este tema pero no les gustan los documentales pueden ver la película Argo.


Maquina usada para destruir todos los documentos clasificados 



El museo es pequeño y terminamos de verlo rápidamente. Cada quien tenía actividades distintas en mente por lo que separamos nuestros caminos y yo me fui por mi cuenta al complejo cultural e histórico de Niavaran que cuenta con 5 museos y otras facilidades culturales. Como cada museo se pagaba por separado elegí pagar por la entrada general al complejo y un palacio. Me encanta ver las decoraciones antiguas.Caminé un par de horas tomando fotos y de ahí me fui al Puente Nature, que es... un punte. Pero es muy lindo, tiene varias plataformas donde las personas se reúnen  con amigos a pasar el rato y tendría una vista hermosa de la ciudad, sino fuera por la contaminación. Me quedé contemplando el atardecer y regresé a mi hostal.





Elegí el peor momento para tomar el metro, estaba lleno al tope. Los iranies no tienen educación para el transporte publico. Todo mundo quiere meterse antes de esperar a que salgan los demás y se termina haciendo una batalla campal cada vez que es hora pico. Entre empujones, codazos y mi velo volando por los aires logré salir al anden un segundo antes de que cerrara la puerta.


El momento en que las puertas se cierran y el tren comienza a irse es el más calmo

Caminé por la gran avenida llena de personas que llevaba a mi hostal tan rápido como podía. Ya estaba obscuro y me habían dicho que la ciudad no era tan segura en las noches para las mujeres que iban solas (amigos de Irán, que tampoco hay que hacerle caso a alguien que jamás haya estado en el lugar), aunque después me dijeron que el problema sería ir sola a las 11 o 12 de la noche, que antes estaba bien.

Llegué al hostal y ahí estaba uno de los australianos, quien me propuso ir a buscar falafel para cenar. Le preguntó a uno de los chicos de la recepción y nos fuimos. Llegar no fue difícil... ordenarlo si. El señor mayor que atendía no sabía una sola palabra de inglés, así que tuvimos que señalar todo, y a la hora de pagar nos escribe el total en un papel... con números en persa. Había olvidado estudiarlos, no entendía nada y no teníamos Internet y el señor no sabía como escribir los números que nosotros usamos. Finalmente fue a la calle a preguntar a alguien como escribir el total y por fin pudimos pagar.

Con el tiempo aprendí a leer los números

En la mañana hablé con una alemana que me recomendó ir a Darband, una montaña al norte de Teheran. Me dijo que era muy calmada con aire limpio. Así que tomé el metro hasta la ultima estación y de ahí eran pocos kilómetros hasta el lugar. Tajrish es una estación grande que se encuentra en medio de un mercado por lo que hay demasiada gente. Me abrí paso como pude y mientras más me alejaba menos gente veía. Llegué a la parte donde los edificios terminaban y... un montón de tiendas comenzaban. Todo el camino montaña arriba estaba lleno de restaurantes, tiendas de recuerdos y de dulces persas. Era una locura, todos te gritaban para que fueses a ver sus productos, en varias ocasiones me siguieron unos metros con alguna muestra gratis, que tuve que rechazar porque no soy muy adepta a lo dulce. La experiencia se volvió estresante porque a mi me gusta el silencio y la calma sin que nadie me hable. Un chico me tomó del brazo y se negaba a dejarme ir, no me podía soltar porque era más fuerte que yo y me molesté mucho.



Después de media hora llegué a lo que buscaba. Un lugar calmo sin tiendas ni personas, estaba tan arriba que las calles estaban congeladas, el aire me entumecía la cara y podía ver la nieve a lo lejos. fue muy lindo y me quedé un buen rato ahí... hasta que unos perros callejeros llegaron en manada a hacerme el feo y mejor salí huyendo hahaha pasé casi corriendo todas las tiendas para no ser detenida esta vez.


Al llegar al mercado nuevamente me dirigí a Imamzadeh Saleh, una mezquita donde también se encuentra la tumba del Imam Saleh. La regla era que las mujeres debían ir tapadas de pies a cabeza con un velo, el cual podías tomar prestado a la entrada del recinto. Me debí ver muy tonta enredándome con la manta porque una mujer suspiró y procedió a ayudarme hahaha el lugar era precioso, no me atreví a tomar muchas fotos porque es un lugar sagrado en donde la gente va a rezar y reflexionar. La tumba donde descansa Saleh me pareció preciosa con su color verde brillante. Las personas tocan las rejas mientras piden algún deseo y rezan.




Regresé al hostal peleándome a muerte nuevamente en el metro que venía a reventar. Fue la primera vez que noté como las vendedoras que se pasean por los vagones anunciando su mercancía a gritos tal cual en la Ciudad de México también contaban con terminal de tarjeta, quedé sorprendida.

Llegué a relajarme un poco en la sala común, ahí conocí a dos iranies viviendo en Estados Unidos que estaban visitando a sus familias. Estuvimos hablando por un rato mientras nos contaban el choque cultural que era regresar a las costumbres de su país natal. Sin embargo dijeron que estaban pensando en volver a Irán porque la gente es más amable y en el ámbito privado se divierten más (que el alcohol esté terminantemente prohibido no significa que no beban en las fiestas particulares que se organizan, por poner un ejemplo).

La conversación estaba interesante pero era el momento de irme. Tomé mi mochila y me encaminé a la estación de autobuses. Fue una caminata larga pero no quise tomar el metro.

Irse en camión durante la noche es un fastidio, hacen una parada a mitad del camino y obligan a todos a bajar. Así que ahí me tienen tiritando de frío esperando a que abrieran la puerta para irme a dormir nuevamente.


Llegamos a Shiraz a eso de las 8 de la mañana, bajé y después de dejar a los taxistas atrás caminé por más de una hora a mi hotel (no, no me volví persona de hoteles, el hotel contaba también con dormitorios compartidos haha), dejé mis cosas y me fui directo a la famosa mezquita rosa. Es una pena que la primera impresión de Shiraz haya sido negativa, por la hora en la que llegué los vitrales ya no se reflejaban tan majestuosamente en el piso y el edificio me pareció muy pequeño. Después de tantos blogs que había leído donde ponían a este lugar como uno de los mejores en Irán mis expectativas estaban tan altas que sólo me quedó caer.








Me dirigí al templo sagrado de Shahecheragh, en el camino un chico decidió que ir en la misma dirección que él significaba que estaba interesada en él y lo estaba siguiendo, así que comenzó a acosarme sin parar por 5 minutos. Me enojé tanto porque aparte no paraba de hablarme en persa que comencé a soltar todo improperio que me supiera en español, inglés y hasta serbio, me tenía harta. Me siguió hasta la entrada del templo donde por fin se largó.

Una vez que entré me tuvieron esperando como 20 minutos porque a los extranjeros los hacen entrar con una guía. Esto fue bueno ya que te cuenta un poco sobre el Islam y la historia del lugar, aunque entre tanto nombre termines olvidando todo a los 5 minutos. Finalmente te dejan sola para que explores a tu gusto. Y por cierto, en este lugar también se debe estar tapada de pies a cabeza con un manto. Me quedé un buen rato disfrutando la tranquilidad del lugar y viendo a las familias pasar un buen rato. A pesar de que soy antireligión me pareció muy interesante ver como la viven en otros países tan distintos al mio y a los que estaba acostumbrada en Europa.



Caminé rumbo al centro de la ciudad cuando otro chico decidió hablarme... después de mi experiencia decidí ignorarlo y pasarlo de largo, pero me alcanzó mientras esperaba a que el semaforo cambiara de color. Después de darse cuenta que era extranjera me comenzó a hablar en inglés, fue entonces que decidí seguirle la platica ya que era una rareza encontrar a alguien que supiera. Me dijo que el había nacido y crecido en Canadá, pero que en Irán encontró un buen trabajo y decidió quedarse en la tierra de sus padres.

Fortaleza

El bazar

Me dijo que si lo acompañaba a un trabajo que tenía que hacer me llevaba a un jardín que tenía muchas ganas de ver, acepté y como el trabajo era para remodelar un restaurante me dieron comida gratis haha

Creo que era res

Después paseamos por el parque Bagh-e Eram, lamentablemente al ser invierno todo estaba muerto hahaha pero igual disfruté la caminata.




Más tarde me dijo que tenía que probar una especialidad del Shiraz, Faloodeh. Es un sorbete Pérsico y Turco hecho con fideos delgados congelados con maicena, agua de rosas, jugo de limón, y a menudo con pistachos (gracias wikipedia), estaba muy rico y tenía un sabor muy suave. Me gustó muchísimo y escribiendo sobre este me dan ganas de comerlo de nuevo. Finalmente me fue a dejar a mi hotel y se ofreció a llevarme a Persepolis al día siguiente. Me sorprendió mucho pero no podía dejar pasar la oportunidad de ir allá con un local.


En la mañana fui a ver la tumba de Hafez, un poeta iraní. El complejo era lindo pero no valía lo que pagué, sobre todo al no conocer nada del trabajo de este hombre. Caminé por una hora al rededor del complejo mientras esperaba al chico para irnos a Persepolis.



Es una pena que no haya sido lo que esperaba, no me refiero al complejo, sino a que cada vez que intentaba hacer conversación él me ignoraba para decirle lo hermosa que era y blablabla... ese ya no era la persona que había conocido el día anterior, pero ya estaba en la carretera, nimodo de bajarme.

Llegamos al lugar y parecía niña en dulceria yendo de un lado a otro completamente extasiada al ver la antigua capital ceremonial persa que Alejandro Magno destruyó... gracias. Tomé miles de fotos y me acercaba discretamente a los guías para escuchar lo que decían, examinaba cada detalle y no sé, no tengo idea de porque me gustó tanto, pero lo hizo. Estaba muy contenta.





El chico me dejó en mi hostal y a pesar de que estaba muy agradecida por lo que hizo por mi ese día, no podía dejar de estar contenta de que por fin me fuera a dejar en paz. No tenía idea de que se pondría tan insistente a pesar de que me inventé a un novio. Pero finalmente me fui a pasear al bazar, fui a comer, caminé por los alrededores y en la noche tomé un taxi a la estación de autobuses.


Kebab de cordero


El hotel tenía esta especie de cuartos alfombrados donde se podía comer o beber

Recuerdo que me enojé muchísimo porque me cobró 50,000 riales de más. Es poco más de un euro, pero lo que me enojó es que ya habíamos pactado un precio y se puso agresivo. Le arrugué el billete y se lo aventé. Shiraz no me había encantado y a la fecha sigo sin entender como es la favorita de tantas personas. La ciudad y yo simplemente no encajamos y estaba feliz de dejarla. Me subí al autobús y dormí inmediatamente.

Llegamos a Yazd a las 5 de la mañana, me quedé en la estación de autobuses hasta que saliera el sol, y bueno, la fuerza que me hizo levantarme y salir fue un señor que comenzó a decirme un montón de cosas en Persa, es un asco que te confundan con una local.

Como aún estaba molesta por lo del taxi caminé los 7 kilómetros hasta el hotel. Llegué a las 9 de la mañana y super lindos ellos me dejaron comer del desayuno de ese día. Mientras preguntaba por los tours a una ciudad a la que quería ir un chico taiwanes se acercó a mi y me preguntó si quería unirme al grupo que estaban armando para un tour al desierto, pues así sería más barato. No había contemplado ir al desierto pero decidí aceptar. El tour comenzaría en una hora, así que tenía tiempo de relajarme.



El encargado del hostal me dijo que había un chico belga que quería ir a la misma ciudad que yo, así que tan pronto lo vi pasar le pregunté cuando pensaba ir. Me dijo que al día siguiente y que iría con dos amigas más, era perfecto, pues se haría el grupo de 4 para tener el precio más bajo por persona. Era muy agradable así que nos quedamos hablando el resto de la hora antes del tour, me dijo que había conocido a una Alejandra de Guadalajara mientras viajaba por Azerbaiyán hahaha que coincidencia.

Finalmente nos fuimos y pude conocer más a estos chicos. El de Taiwan había vivido 7 años en Japón y me dijo que le encantó Sapporo, el otro era de Hong Kong y amaba las bicicletas y el último era un catalán de Barcelona que ya andaba finalizando un viaje de meses (él me dio una piedra de una playa al sur de Irán que brilla al igual que la arena negra).

La primera parada fue la fortaleza de Saryazd, un complejo hermoso y viejo lleno de cuartos, pasillos, huecos y demás donde era fácil perderse. Nos entretuvimos un buen rato yendo y viniendo, caminando por los techos, metiéndonos en hoyos y demás.






Después de terminar de explorar el extenso lugar nos fuimos al desierto. No lo voy a negar, me decepcionó un poco, no era tan lindo como creí, pero igual correr en las dunas fue demasiado divertido. No sabía que la arena se podía sentir así y era divertido cuando mis bota se llenaban haha esperamos a la puesta de sol, aunque estaba muy nublado para ver algo y nos fuimos. Me gustó mucho la experiencia y espero visitar algún desierto con más dunas algún día.






Al día siguiente me preparé para un tour que había estado esperando. El primer lugar se trataba de Kharanaq, una ciudad hecha de barro que fuese abandonada hace prácticamente un milenio sin que nadie supiese porque. Me alegra haber ido en invierno, ya que la temperatura me resultaba agradable, sin embargo durante el verano puede llegar hasta los 50°C, lo que sería un infierno en la tierra. Las estructuras aún se conservan debido a la falta de lluvia en la zona y al menos, cuando yo estuve ahí, pude ver a un grupo de personas restaurando algunos edificios.



Puesto que no hay vigilancia paseamos por cada rincón que encontramos. Subimos techos, cruzamos pasadizos y en más de una ocasión nos perdimos. Nos separábamos y nos volvíamos a encontrar, la verdad es que estaba fascinada y fue de mis partes favoritas de toda Irán.



Había una parte amurallada a la que había que pagar para acceder, pero estaba conforme con lo que había visto. Las chicas suizas con las que íbamos si entraron, aunque dijeron que no era nada especial.

El siguiente punto fue Chak Chak, el templo zoroástrico más importante de Irán y que al parecer cada junio muchos peregrinos de países vecinos e Irán llegan ahí y al templo de fuego, que se encuentra en la ciudad de Yazd. Es impresionante verlo ahí, en medio de las montañas. Recorrimos los alrededores y bromeábamos sobre como nos mudaríamos ahí por la genial vista que ofrecía.





Finalmente nos dirigimos a Meybod, la cual tiene como atractivos turísticos el castillo de Narenj y un refrigerador... si, un refrigerador. Pero es uno de hace cientos de años, lo que no quita que sea un refrigerador. Los chicos con los que había salido al día siguiente me habían dicho que no merecía la pena entrar y estaba mejor sólo viendo las cosas por fuera, así que esperé y me di una vuelta por el lugar mientras esperaba al resto del grupo quienes me dijeron que no merecía la pena entrar.


Después del tour fuimos a la ciudad porque una de las chicas estaba por regresar a casa y quería llevar una alfombra persa, sin embargo el bazar estaba totalmente cerrado y la única tienda abierta no la convenció. En la noche sencillamente fuimos a cenar a un restaurante que tenía una especie de cuartitos alfombrados. Al día siguiente ellos se irían a Shiraz y yo exploraría más a fondo la ciudad antes de irme en la noche.


Comencé el día con un Free Walking Tour, el guía se llama Amir y es una persona muy agradable que de verdad ama su cuidad. Nos llevó por el centro, el bazar, nos subió a un edificio desde donde vimos toda la ciudad y finalmente por la plaza Amir Chakhmaq. Nos explicó sobre historia y cultura, fue un tour muy completo.




Seguí el día caminando sola por los alrededores. Tuve un altercado yendo por una calle solitaria donde un hombre primero trató de tomarse una selfie conmigo, traté de zafarme lo más amable y calmadamente que pude cuando puso su mano en mi cintura. Finalmente me tocó el trasero y me enojé tanto que le comencé a gritar y lo pateé antes de salir corriendo.

Llegué al jardín Dolat Abad, que ya sabía que me iba a decepcionar porque era invierno y no había flores, pero al menos el captador de viento se veía muy bien. ¿Y que hace un captador de viento? Que wikipedia responda: un captador de viento se encapsula y tiene varias aberturas orientadas en la parte superior (tradicionalmente cuatro). Se cierran todas las bocas superiores menos la que se encuentra en dirección al viento forzándolo a descender para que luego suba por efecto chimenea. Esto genera la ventilación que refresca significativamente las partes inferiores de los edificios, pero si no se incorpora otra estrategia sería lo mismo que una ventana u orificio común por donde entra aire muy caliente y muy seco.



Templo del Fuego

Después de pasearme por el jardín seguí caminando por la ciudad hasta que comenzó a hacerse de noche. Regresé al hostal y decidí comer la cena ahí por primera vez, tenía curiosidad así que pedí camello. No tenía idea de que esperar, pero la carne era muy suave y mi descripción es, imaginen que una oveja tiene sexo con una vaca y tienen una cría, pues el camello sabría a lo de esa cría. Me gustó y lo comería nuevamente.



A eso de la 1 de la mañana tomé el autobús a Esfahan, fue un viaje más o menos corto, de la estación de autobús caminé hacia la estación de tren y me senté a esperar a que lo abrieran. A las 6 de la mañana cuando quise comprar un boleto me dijeron que no vendían boletos sueltos, que tendría que comprar una tarjeta. No quería ya que esa era la única ocasión que tenía pensado usar el metro. Afortunadamente un chico de unos 12 años se ofreció a dejarme usar su tarjeta, después de mucho negociar sin palabras aceptó que le pagase en efectivo por el viaje.

Llegué al hostal y me dieron la cama casi enseguida, así que decidí dormir un par de horas... en realidad no lo decidí, sólo me acosté y sucedió. Al despertarme me di cuenta que en la otra cama se encontraba uno de los australianos que había conocido en Teheran. Decidimos salir a descubrir la ciudad juntos.

Comenzamos el recorrido en la Plaza de Naqsh-e Yahán, la cual es uno de los sitios más importantes del país y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1979. Es la plaza más grande de Irán y una de las mayores del mundo (¿Qué haría sin ti wikipedia?). De ahí fuimos a un bazar y a los famosos puentes de la ciudad. Son 11, 6 modernos y los otros 5 del siglo XVII, esos son los que importa ver.







Caminamos un poco más por los alrededores y culminamos la visita regresando a la Plaza de Naqsh-e Yahán. Ahí estábamos tomando fotos cuando nos abordó un local diciéndonos que le gustaba conocer extranjeros para practicar su inglés y que había alojado a muchas personas a través de couchsurfing. Hablando nos preguntó si queríamos probar el té de azafrán, al tener curiosidad y no otros planes acepté, pero el australiano prefirió quedarse a tomar más fotografías.


Obviamente ya sabía que cuando te invitan a beber algo es porque también van a tratar de venderte algún producto. No pasaron ni dos minutos cuando el chico de la tienda que me había dado el té comenzó a decirme sobre las propiedades del azafrán y porque me convenía comprarlo ahí. No lo voy a negar, ni siquiera fingí estar interesada, ¿Qué iba yo a poder comprar eso? El gramo estaba como a 10 euros.

Estuvimos hablando un rato, el australiano jamás apareció y el chico me dijo: "Ya se que no te interesa comprar azafrán, puedo verlo en tu cara, ¿Quieres ir a una tetería muy tradicional?" Como ya me había quedado sin acompañante acepté. El lugar estaba escondido entre algunos de los pasillos del bazar, eso sí, era un sitio encantador. Tomamos té negro y hablamos de la vida... más o menos, la verdad es que era un hombre de pocas palabras. oh si, el lugar se llama Azadegan tea house.




Salimos al atardecer y me llevó a la mezquita que se encuentra en la plaza y a la que cobran 4 euros por entrar, sin embargo es gratis después de las 6. De ahí me invitó a su casa para que la viera, si, ya se lo que piensan, sin embargo en la conversación me había dicho como para el las relaciones sexuales antes del matrimonio eran impensables y que incuso tuvo una novia por 5 años con la que no pasaron de besarse.


Fui y pues eso, me enseñó su casa y a sus canarios. Hablamos un poco más y de ahí fue raro, me llevó a la casa de sus padres. Me presentó con todos, incluida su hermana y su tía que estaban de visita. Nadie hablaba inglés, así que él fue el traductor de todo el mundo. Me ofrecieron cerveza casera y un montón de frutas, me hicieron mil preguntas sobre mi país y mis viajes y así estuvo hasta la noche, que me consiguió un taxi para regresar a mi hostal. Ahí estaba el australiano que me dijo que de repente me desaparecí y pensó que ya me había secuestrado y matado hahaha al parecer fue a la tienda pero ya después de habernos ido.

En la mañana él se marchó hacia otra ciudad y yo conocí a un checo que había llegado la noche anterior. La verdad es que eso de estar con hombres en la calle me estaba gustando porque así nadie me decía cosas ni me seguían. En fin, después de desayunar fuimos a la catedral Vank, una iglesia católica de origen armenio. Los murales de la capilla eran preciosos y nos entretuvimos un largo rato mirándolos.






De ahí fuimos al museo que quedaba al lado donde se contaba la historia del pueblo armenio en Irán, sin dar detalles sólo me queda decir que... es sangrienta.

Caminamos por los puentes de nuevo hasta llegar al Palacio Hasht Behesht, el único que queda de 40 palacios. No entramos porque no parecía estar abierto, así que sólo nos paseamos por los alrededores.



A las 3 me había quedado de ver con el chico del día anterior para ir a almorzar, así que me encaminé hacía la tienda de azafrán. Probé el beryani hecho con cordero y pulmones de oveja. Muy rico pero muy pesado. Después de comer el hombre me llevó a comprar zapatos... ¿Qué? al final no lo hizo porque sólo había de invierno y yo estaba por irme a un lugar tropical.


Finalmente fuimos nuevamente con su familia, quienes me dieron más fruta aunque ya no pudiese con mi alma después de ese almuerzo.

Regresé al hostal esa noche con una rosa en la mano que me había comprado en el camino. Me era muy rara la idea de que un hombre hiciera ese tipo de cosas, estaba demasiado acostumbrada a la frialdad de los europeos. No puedo decir que me gustase, más bien me incomodaba. También le había comprado unos dulces de pistacho bastantes caros a mi madre (me los comí todos en las semanas siguientes porque no podía cargar todo el peso extra, además de que se dañarían con el calor que seguiría a mi viaje).

En la mañana el chico checo se fue pero conocí a un holandés haha así que ya no tuve que estar sola por el día. Aunque como ya había visto todo lo que me interesaba fui más bien una guía de turista y lo llevé a mis lugares favoritos, incluida la tetería.

El chico era muy muy alto, rubio,extremadamente pálido con unos ojos azules enormes. En otras palabras, destacaba increíblemente respecto a los locales. Fue la primera vez que yo me percaté de lo molesto que puede ser el no mezclarse, no podíamos caminar un metro sin que alguien preguntara que de donde era, que qué le parecía Irán, etc... es que fue una locura, y todos daban por sentado que yo era la local que le estaba mostrando el lugar.


Regresamos al hostal a las 3 de la tarde, él se fue a tomar una siesta y yo estaba cansada y no quería salir, lamentablemente me iría esa noche por lo que no tenía una cama para recostarme. Terminé en la cafetería del hostal dormida en el suelo alfombrado hasta que este chico iraní me llamó para decirme que tenía algo que darme.

Nos vimos enfrente del hostal y dijo que ya llevara todas mis cosas porque él me dejaba en la estación de autobuses. En el auto me dio una argolla de matrimonio... debieron ver mi cara. Me dijo que era para que ningún hombre indeseable me dirigiera la palabra. Ya les digo yo que están todos locos por esos rumbos. Me llevó a cenar algo y luego mandó a su amigo a una tienda a comprarme un montón de snacks.

En la estación de autobús me ayudó a encontrar mi andén y se quedó esperando conmigo hasta que saliera el autobús. Se despidió diciéndome que tenía que volver algún día y ver que pasaba. Claro que en mi mente sólo pensaba: si, muy lindo tú, pero con una persona religiosa jamás.


Me senté en el autobús y cuando dejamos las luces de la ciudad comencé a ver que tanto me había puesto en la bolsa. Papas sabor limón, unos chocolates, bolitas de queso, 50 dólares, más papas limón... esperen ¿Qué? Me había puesto dinero. Me quedé perpleja viendo el dinero durante un buen rato, al día siguiente recibiría un mensaje de él diciendo que lamentaba no haberme dado más.

En serio, nunca entenderé a los hombres iranies.

Llegué en la madrugada a Teherán. Sólo había un lugar más que quería ver y era la torre Azadi. Al salir del metro me quedé impactada por lo contaminado que estaba el aire, no sé como no lo noté el primer día. Paseé un rato alrededor de la torre y de ahí me fui a un café a pasar el resto del día.



En realidad el anillo me vino muy bien para hacer dedo, hubo mucho menos acoso ahora que pensaban que "le pertenecía a alguien" pfff

Lo último que comí en Irán

No estaba muy segura de como llegar al aeropuerto pero así me lancé a la aventura. Tomé el metro que venía lleno, una mujer me preguntó algo en persa, pero le dije que puro inglés. Eso hizo que les llamara más la atención y terminamos platicando por medio de google translate todo el trayecto. Una de ellas se bajaba en la misma estación que yo, así que fue muy amable y le preguntó a todo el mundo como llegar al aeropuerto, no fue difícil en realidad, casi enseguida le señalaron el lugar donde la van salía cada que se llenaba. Me escoltó hasta ahí, me abrazó y se fue. Después regresó para explicarle al chofer que me quería bajar en el aeropuerto hahaha la gente puede ser un amor ahí.

El camino fue largo, de repente la van se detuvo y me echaron. Si, te deja en medio de la carretera junto al aeropuerto, corrí dentro antes de que un carro me matara. Pasé una hora arreglando mis cosas para que no se pasara el límite de peso y medidas pues sólo tenía permitido llevar equipaje de mano. Fue ahí que descubrí un hoyo en mi abrigo y se me ocurrió meterle como 2 kilos de cosas entre la tela y el forro. Funcionó.

Tomé el avión a mi siguiente destino sintiendome triste de dejar un país tan maravilloso y lamentándome por no haberme quedado más tiempo. Irán fue un lugar único, de los mejores en los que he estado con una cultura y arquitecturas muy diferentes a todo lo que estaba acostumbrada. Estoy segura que en algún momento volveré y exploraré todos esos pueblos pequeños que no me dieron tiempo.


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